viernes, 16 de abril de 2010

“Hoy comemos pinchitos y elegimos hotel para dormir"

Nos dirigimos hacia el sur del Sahara liberado. Prácticamente hemos perdido la noción del tiempo y del lugar donde estamos, pero nuestros conductores nos guían hacia Mijek, la tercera de las siete regiones en que se organiza el territorio liberado.

Resulta extraño ver por la ventana del coche la comitiva que hemos formado; de tres vehículos que éramos inicialmente, pasamos a sumar cuatro debido a la seguridad que el Frente Polisario nos designa. De repente paramos, parece que estamos en el mismo punto que hacía 500 quilómetros, pero todo ha cambiado.


Empieza el trabajo
Incrédulos y sorprendidos ante el hecho que vamos a pasar la noche en el medio de la nada, los guerrilleros empiezan a montar la haima (nuestra gran y confortable tienda de campaña). Rápidamente intentamos formar parte del equipo y colaborar en todo lo que estuviera en nuestro alcance.

Es evidente que todo lo que hiciéramos nos sorprendería, pero nuestras expectativas se superaron de nuevo. Era el momento de preparar la cena: pinchitos de camello. El menú no era nuevo, pero si era la forma de conseguir el producto. Os ponemos en situación: un territorio infinito, árido y rocoso, sin ninguna muestra de vida excepto una camada de un centenar de camellos con su pastor. Imaginamos que no necesitamos explicar qué “accidente” sufrió una de las presas. Fue una lucha intensa entre una decena de guerrilleros y los dromedarios.


En tanto que un grupo de trabajadores y estudiantes se dedicaban a este menester, otros se dedicaban a otra parte fundamental de la cena: el pan. A base de harina y agua elaboramos con nuestras manos el bollo que después seria horneado por la naturaleza bajo un suelo de brasas y arena.

Seguimos con el té, ya que no podemos olvidarnos de su importancia en la dieta saharaui. Éste se toma bajo un ritual marcado por tres rondas: la primera, con una mínima cantidad de azúcar y que simboliza la amargura de la vida; la segunda, más dulce, simboliza el amor; el ritual se cierra con un té dulce que lo dedican a la muerte.


En busca del hotel
La noche se acaba y los guerrilleros empiezan a perderse individualmente por el desierto con sus bártulos para dormir. Estamos tan exhaustos con todo lo que nos está pasando que no le damos importancia hasta la mañana siguiente. Reflexionando, nos damos cuenta que esta actitud tenía un único sentido: nuestra protección, al mismo tiempo que uno de ellos bromeaba diciendo: “cada uno elegimos hotel para dormir”.

Impresiones en la escuela

“Esto es nuestro”

Convivir con los saharauis nos ha dado las respuestas a muchas de las preguntas que nos hacíamos sobre cómo lo hacen para salir adelante. Día a día, el pueblo saharaui nos ha acercado un poco más a su vida, pero con cada respuesta que nos daban, nos asaltaban nuevas preguntas.

Conocer a familias nómadas abrió muchos nuevos interrogantes. ¿Cómo puede haber gente que viva sola en mitad del desierto? ¿Con qué recursos cuentan? ¿Qué hacen para sobrevivir?

Por encima de todo, estas familias deben procurar abastecerse de agua suficiente. Poco a poco, el Frente Polisario va encargándose de ello. En los últimos años se han construido en los territorios liberados pozos de agua potable, una potabilizadora de agua y también se ha empezado un proyecto para crear presas que garanticen el acceso al agua de la comunidad beduina.

En el desierto del Sahara pueden pasar cuatro o cinco años sin que llueva una sola gota. Es por este motivo que es tan importante que se aproveche al máximo el agua. La excavación de los pozos también está manchada por los intereses políticos y económicos. Sin ir más lejos, en su la época del colonialismo España evitó al máximo la búsqueda de agua en los territorios hoy liberados, para “EVITAR” que la población se asentara y así poder controlar las tierras con el mínimo de ciudadanos. Un ejemplo más de la mala colonización por parte de nuestro país, usando el agua como arma de guerra.

La distribución del agua a las familias nómadas se hace de forma gratuita. No hay que olvidar que los pozos y presas que se están construyendo hoy en el Sahara no son soluciones definitivas, ya que sólo se llegan a utilizar las aguas superficiales. Para solucionar el problema de raíz habría que emplear técnicas que hicieran posible un aprovechamiento de las aguas profundas, pero para conseguirlo hacen falta muchos miles de euros que parece que de momento no van a gastarse en este territorio olvidado.

* Omitimos datos numéricos en los artículos para evitar filtraciones.

"117 cabras"

Un centenar de cabras puede llegar a ser la única fuente económica para una familia de la comunidad beduina, en la zona liberada. En estos territorios, los ganaderos se dispersan, ya sea asentados de manera estable o, en su mayoría, trasladándose periódicamente como nómadas.

Custodiados por el Frente Polisario, estas familias han elegido continuar con la producción ganadera, un medio de vida que fue abandonado por la mayoría al estallar la guerra. Muchos pastores, que hasta entonces producían leche, carne y lana para la costa, se vieron obligados a alejarse de estas tierras, por ser consideradas altamente peligrosas al ser muy próximas a la frontera. Los saharauis nos explican que en alguna ocasión la vigilancia marroquí ha disparado contra algún rebaño que pastaba al lado del muro.

Pese el alto al fuego en septiembre de 1991, el Frente Polisario no quiso utilizar a la población como escudo humano, por lo que consideró que los civiles debían permanecer en los campos de refugiados. Sin embargo, algunos pastores volvieron. Es el caso de la familia Kamal, que vive de 117 cabezas de ganado.

Los Kamal
Instalados en la V región, esta familia compra los animales a otros ganaderos mayoristas, para posteriormente vender los productos que extraen en los campos de refugiados, a particulares que se acercan a la lujosa haima o bien ellos mismos trasladan la mercancía a los mercadillos ambulantes, los cuales no consisten más que en unas chabolas de uralita o contenedores de camiones.

En su día a día, las familias ganaderas se distribuyen las labores del hogar y del campo. Cuatro de los hijos de los Kamal se encargan de vigilar y ordeñar los rebaños de cabras y corderos.

Aunque en esta haima, el menor tiene 17 años, el padre nos aclara que los jóvenes se encargan del campo a partir de los 14; no sin antes haber sido escolarizados gracias al Frente Polisario.

El conflicto
Pese a que los Kamal ostentan de considerables ingresos, no dejan por ello de apoyar la causa saharaui. Reprochan a las potencias mundiales su falta de apoyo e implicación en el conflicto. Como la mayoría de las voces que hemos escuchado estos días, esta familia preferiría un referéndum a la guerra, pero aclaran que no están dispuestos a aceptar la autonomía dentro del Estado marroquí.

"Esto te irá bien"

El pueblo saharaui es por naturaleza luchador. Como buenos guerrilleros, han necesitado siempre gozar de una buena salud. Para ello, han transmitido generación tras generación sus conocimientos sobre medicina natural, que han sido fundamentales para convertir a los saharauis en supervivientes en el conflicto latente en su territorio.

Sin duda, las primeras víctimas de la desnutrición son los niños. En los hospitales regionales se atienden las enfermedades más frecuentes derivadas de este problema: diarrea, anemias o diabetes, entre otras.

Los dispensarios se abastecen con medicinas occidentales, procedentes de la ayuda humanitaria. Los equipos médicos están formados por profesionales que trabajan por y para su pueblo, sin recibir un sueldo más que un pequeño estímulo cada dos o tres meses que ronda los cien euros.

Los hospitales de los campos de refugiados de los saharauis no tienen nada que ver con los occidentales. La pobreza se hace evidente en la falta de medicación, sobretodo, para niños y mujeres. Las condiciones higiénicas en las que hay que curar a los enfermos tampoco son las adecuadas y, además, las precarias instalaciones hacen imposible prestar un servicio médico eficaz.


Medicina natural
Aun así los saharauis son grandes conocedores de la medicina natural. Hasta el momento no se ha escrito ningún recopilatorio sobre ello, pero en la memoria del pueblo podemos encontrar recetas para curar todo tipo de enfermedades. Todos los saharauis las conocen y esto les convierte en un colectivo preparado para vivir en las condiciones con las que diariamente tienen que enfrentarse.


Algunas recetas

Tagina + lagamjet: preparado de hierbas para devolver en caso de gastroenteritis

Una cucharada de miel en un vaso de leche: remedio contra la fiebre

7 granitos de halipa: indicado para las molestias menstruales

“El dinero no lo es todo”

No os aportamos nada nuevo al afirmar que vivimos en una sociedad capitalista donde el consumismo, el egoísmo y las ganas de poder se apoderan de todos nosotros. ¿pero cabe la posibilidad de que esto no fuera así? Seguramente la respuesta traería mucha controversia y sería una discusión interminable.


Por suerte tenemos a nuestros amigos saharauis que nos han dado la respuesta:”el dinero no lo es todo”, esta es su principal filosofía. Pero tengamos una cosa presente, los hombres y las mujeres de nuestro país y de los más desarrollados, habrán hecho esta reflexión en varias ocasiones, pero mientras nosotros necesitamos unos mínimos económicos, ellos afirman que no necesitan el dinero. Esta es la gran e infinita diferencia.


Durante unas horas, hemos tenido la oportunidad de poder hablar con profesores, doctores, periodistas y trabajadores del archivo de documentación, profesionales como cualquier otro que, en un principio, debería recibir su retribución mensualmente.


De nuevo, el pueblo saharaui vuelve a sorprendernos y a darnos una lección de vida. Nadie recibe una retribución fija aunque algunos las reciben con más asiduidad que otros, es el caso de los profesores y los médicos. La pregunta ineludible que viene a continuación es saber cómo viven, y ellos nos dan la respuesta.


Sueldos

Anualmente, los diferentes ministros de la región se reúnen para hacer una valoración a nivel laboral y económico de las diferentes actividades. Es en ese momento cuando los miembros de la institución se organizan su economía y destinan una cantidad determinada a cada área.


Así pues, reciben una retribución (que no es la idea de un sueldo en el mundo occidental) cada dos meses sin periodicidad exacta, que equivale a unos 50 euros y en el caso de los doctores, 100.


En una sociedad capitalista eso es impensable al mismo tiempo también lo es el hecho de ir a una tienda a comprar un producto y realizar un trueque. Parece que hayamos retrocedido a aquella época en que la moneda todavía no había sido inventada. A pesar de que esto pueda parecer muy esperpéntico, les funciona, porque no conocen el egoísmo, el individualismo, ni las jerarquías. Su filosofía es: compartir todo con todos y tener una sociedad igualitaria.

"Ahora, yo no estoy vivo"


RASD

El horizonte se empolva al cruzar los tres jeeps por los territorios liberados. La imagen fílmica nos recuerda a aquellas historias que tantas veces hemos visto en la pantalla y que tan lejanas nos parecían. Dentro de los vehículos, las siete horas de trayecto han favorecido una complicidad entre trotes y sacudidas por el terreno árido.


Axan Mohamed, exmédico militar, vuelve la cabeza a los asientos traseros para asegurarse de nuestra comodidad. Nos propone un cambio de cassette, pero saharauis y españolas nos decantamos por desgañitarnos recordando canciones de Nino Bravo.


El poeta, que es así como apodaremos a Axan por sus versos y elogios improvisados como “yo no soy poeta, ustedes son las que me han hecho poeta”, nos responde a nuestros porqués sobre el conflicto saharaui.

Con trece años, Axan se separó de su madre al estallar la guerra. Desde entonces, sólo puede mantener el contacto con ella por teléfono. Sentimos curiosidad por las diferencias entre el territorio ocupado y la República Democrática Árabe Saharaui por lo que respecta a la calidad de vida. “Pero, ¿qué entiendes por calidad de vida?” pregunta el poeta. ¿Un pueblo donde tienes riquezas materiales pero vacío el corazón, o un pueblo en libertad a pesar de las carencias básicas? “Sí, tenemos estabilidad allí (en los territorios ocupados), pero si tienes la policía detrás, si detienen a tus hijos noche tras noche, eso no es calidad. Aunque tengamos casa, no hay libertad”.


"Como un pan por la mitad"

Ante esta situación, el poeta declara “yo no estoy vivo”. “España nos vendió baratamente” añade, “como un pan por la mitad, entre Marruecos y Mauritania; como un corral de cabras”.


Mientras avanzamos en quilómetros, también lo hacemos en conocimientos, tanto del pasado como del presente. “Estamos enfadados con el gobierno español, no con el pueblo”. Reconoce la ayuda proporcionada por las familias y las ONG’s, pero reprocha a las autoridades españolas la falta de atención por una excolonia. “España debería ocuparse de las colonias que tiene, como lo hace Francia. Sólo hay que ver su relación con Angola o Marruecos”.


Ante la política exterior del presidente del gobierno español, José Luís Rodríguez Zapatero, el poeta cree que “los socialistas no hacen nada debido a los intereses económicos que tienen con Marruecos”. Tampoco está conforme con el papel que desempeña la Unión Europea ni con la Organización de las Naciones Unidas. “Estamos cansados de la ONU, no nos traen derechos, sólo las ONG’s se movilizan ¿dónde estaríamos sin ellas?”.


Mientras fija la mirada en una carretera inexistente, le gustaría preguntarle a las organizaciones internacionales porqué no intervienen en el conflicto, aunque no duda que estas instituciones responderían a favor de Marruecos por intereses viscerales.


Pero la falta de apoyos no les hace perder la esperanza. “Al irnos a dormir nosotros pensamos que mañana volveremos”. Un motivo por el cual, a diferencia de la comunidad palestina, los saharauis no construyen en los territorios cedidos por Argelia, ya que no tendría sentido echar raíces en una tierra que no les pertenece. “Tierra y pueblo van juntos” por ello, estarían dispuestos a retomar las armas. Además están convencidos que saldrían victoriosos. “Hemos ganado con trescientos, ahora somos miles”.

domingo, 11 de abril de 2010

“Hablamos más de la guerra que de fútbol”

Aaiun

El vacío del desierto se ha hecho más evidente que de costumbre. Pocos minutos antes del comienzo del Madrid – Barça, decenas de niños se apiñan para poder disfrutar del evento en uno de tantos beits, un humilde y desecho local al que llaman Restaurante Corte Inglés.

Algunos jóvenes han tenido suerte y pueden disfrutar sentados en una sillas de plástico, muchas medio rotas. Otros se apilonan encima de las mesas y a los más rezagados no les queda otro remedio que ir salteando cabezas desde la puerta del recinto para ver el televisor. Como si se tratara de su selección, gritan con sentimiento, se enfadan con el equipo contrario, celebran al máximo los goles. Intimidados, los que visten la camiseta del Real Madrid miran de reojo a los de la blaugrana.

Mohamed Salem, de 14 años, nunca ha tenido una camiseta, pero sigue al equipo catalán con fanatismo. Sin embargo, aunque parece que el fútbol lo es todo para ellos, los jóvenes de la wilaya no olvidan que viven en un campo de refugiados. Como representación de la juventud de su generación Mohamed nos afirma que no temen a la guerra y que estarían dispuestos a enfundarse con las armas y luchar por un territorio que hace más de 35 años que reivindica su autodeterminación.

Durante la entrevista con el Gobernador General de la wilaya de Aaiun, Mohamed Lamin nos reconoce que estamos enfrente “de la generación más extremista”, aunque des del Frente Polisario niegan que la guerra sea su primera opción para solucionar el conflicto. No obstante, la alternativa bélica no es un tema que entre las diferentes generaciones hablen con naturalidad.

No resulta fácil compartir opiniones. Por una parte, el Frente Polisario propone un referéndum como medida para resolver el conflicto, donde el pueblo pudiera escoger entre declararse un territorio integrado, autónomo o independiente. Pero sumamos otro, y no el último problema. ¿Quién puede votar? Saharauis exiliados, los marroquíes o los saharauis que viven en los territorios ocupados.

Al otro lado, está la nueva generación, que nacidos ya como refugiados, no soportan alargar más la situación. “Nosotros vamos a volver a la guerra” aunque los resultados de la votación popular fueran negativos, se envalentonan a decir los más jóvenes. Pese a que el Frente Polisario ve complicado que Marruecos acceda en un corto plazo de tiempo al referéndum por lo que no descarta la toma de armas. “Hay que elegir el momento oportuno” añade el gobernador de la wilaya.